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Esa mirada azul

ESA MIRADA AZUL: 93 CUENTOS PARA LEER CABEZA ABAJO

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OPINIONES:

Patxi Navarro hace aquí de la síntesis un arte. Escoge entre la gama de vocablos que ofrece un idioma, que nos permitiría construcciones infinitas, los que puedan formar un mensaje comprensible y directo. De los mensajes que la vida te envia en libros de mil páginas, 93 son los que Navarro resume en Esa Mirada Azul. Con sorpresiva elección de imagenes y asuntos, el autor nos pone frente a un espejo que refleja nuestro presente, nuestros temores y nuestras dudas cotidianas, con un estilo personal y a través de una mirada de profundidad tal que nos permite percibir todos los matices de un mundo fantástico y cotidiano.

Cinzia Novati.

“Esa mirada azul” es un regalo hecho de palabras por las que pasean la fantasía, la ternura, el amor, el desamor, la vida y la muerte. Su lectura nos entretiene, conmueve, intriga y sorprende, atrapándonos irremediablemente y transportándonos a un mundo de ensueño a través de los espejos de nuestra alma. Es un ejemplo de que la literatura remueve sentimientos y que exige de la participación de los cinco sentidos. Los 93 cuentos que la componen son ese tipo de historias que se suelen recordar y que suele apetecer releer.

Irene Matarredona, en "Letras y Música"

FRAGMENTOS:


La panza del buey: Para cuando le sorprendió la edad adulta, aún era un niño. Salió corriendo, para evitar que aquélla le atrapara. Volvió a la granja de su infancia y, rememorando los juegos de escondite, se ocultó entre el heno del establo. Se lo comió un buey, que apenas lo rumió...

De tortugas y liebres: Aquellos extrañamente despiadados seres, comúnmente conocidos como desgracias evitables, son juguetones. Les encanta jugar a las ventajillas, y a menudo se tienden al sol, a echar la siesta como si fueran liebres en una fábula...

¿De qué lado estás?: Siempre se había preguntado a qué se dedicarían los del otro lado del espejo cuando los de este lado no reclamaban su presencia en el vidrio. Eran como nuestros pequeños sirvientes, siempre allí cuando los reclamamos. Pero, cuando nos damos media vuelta, ¿qué harán?...

El personaje: El personaje se le había sublevado. Y el caricaturista se quejaba, con razón:
–Te estoy diciendo que no es así como debes actuar.
–¿Pero no ves que así tu historia parece mucho más creíble?...

Buenos propósitos: Llevaba semanas meditando tan buen propósito. Tomando las uvas hizo la promesa, para sus adentros: como mucho, sólo una mentira al día. Cuando, ya en la cama, el marido empezó con los rocecitos furtivos, supo enseguida que no podría negarse...

Cara de cartón piedra: Era como una flor radiante, carnosa y fresca, coronando una planta seca y mustia. ¿No se dan cuenta que no tiene sentido? Así era ella, con ese rostro anormalmente joven, como sobreexcitado, sostenido por un cuello que haría morir de envidia a Nefertiti. Al otro lado de esa frontera, bajo el vestido, todo era arruga y pellejo, pues normal, lo que una mujer debe tener a esa edad...

En blanco y negro: Las miradas de varios de aquellos hombres se adhieren a su piel, supliendo sobre ella todos los palmos de tela ausentes en su atuendo. Mira al vacío, pero siente esos ojos en su piel, porque son como manos poseyéndola. Construye su felicidad sobre esas miradas y sobre los instantes que pasará a solas con la húmeda intimidad de esos desconocidos, en la oscuridad de la noche, quizás con una esposa dormida al lado...

Siempre un poco más: Abrió con dificultad la mano del cadáver e inspeccionó aquel pedazo de papel arrugado. Pero era un investigador poco avezado, así que resolvió que aquello no guardaba relación con el caso. Aquel pedazo de papel acabó en la papelera...

Sin resaca: Ya había olvidado el sabor de una resaca. Hacía ya demasiado, exactamente desde que conoció a Lola. En su juventud había pillado unas cuantas turcas, pero todo cambió al conocerla. En el fondo, era de esperar. Sus colegas sabían que, cuando una tía le entrara, adiós Curro...

El mismo hombre distinto: No negaré que, al verte aparecer al fondo del paseo, acercándote sumido en tu lectura, no he podido evitar un escalofrío como primera reacción irracional. Jamás lo reconocería ante nadie, pero lo sé yo y sólo eso ya duele. Una vez mi cerebro consciente ha intervenido, pronto me he serenado. Ha sido entonces cuando me he decidido a esperarte sentada en aquel banco, a observar tu paseo y a apreciar lo distinto que te veías de esa persona con quien una vez compartí diez años...

La trasera oscura: No sé en qué futuro habita el día en que pueda olvidar esa última colada recogida. Recogí y emparejé, con éxito salvo al llegar a mí. En esos momentos, mi vida y su vida se reducían a aquellos dos cestos...

Dulce y fugaz amor: Esta noche, al ser por una noche compañera a tu lado, me he vuelto a sentir mujer como hacía mucho tiempo no me sentía. Sé que no ha sido la noche de las noches, que nuestras circunstancias no eran las mejores. Yo llevaba demasiado tiempo alejada de un hombre, acumulaba demasiado deseo y soledad...

El Dios de los hombres: Le dijo una vez un dios a otro: –Me he enterado de que estás pensando en crear hombres. Y el otro respondió: –Sí, claro. Llega un momento en la vida en que uno siente la necesidad de validar su existencia, de perpetuar su obra, de realizarse, de crear algo realmente valioso –éstas y otras muchas razones más le dio, durante siglos...

El espejo de la sonrisa en los pies: Hacía un esfuerzo por empezar con el pie derecho, cada día. Pero muchos de esos días se empeñaban en hacerle acabar con el pie izquierdo. Quizás esto no fuera una casualidad, porque muchas cosas en su vida tenían que ver con los pies...

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